Quantcast
Channel: Jorge Guldenzoph: Crónicas, Columnas y Ensayos » Revista Universario Nº 2
Viewing all articles
Browse latest Browse all 10

¿Qué pasará después de Castro? : La Revolución Cubana cumple 40 años

$
0
0

Por  Roger  Fontaine

Cuando Castro deje el poder,  la Iglesia Católica podría desempeñar un papel muy importante en el desarrollo de una política democrática.

Hay una escena en el filme cinematográfico “El apartamento,” de Billy Wilder, en la que en un bar, una dama ebria le pregunta a un igualmente borracho, Jack Lemmon qué pensaba él de Castro. El filme se produjo en 1960.  Y sí,  todo ese  tiempo Castro ha durado.

Así que, ¿exactamente qué ocurrirá con Cuba después de la ida de Fidel Castro?.  Esa pregunta ha sido formulada desde el comienzo del  largo reinado de Castro.  Muchos -y no solo fanáticos batistianos -una vez pensaron que el excéntrico jefe de barbudos no duraría más de seis meses. Los soviéticos por cierto, tenían sus dudas y no supusieron realmente en la posibilidad de disponer de un permanente reducto anti-estadounidense tan próximo a su principal enemigo, hasta por lo menos un año después de la triunfal entrada de Castro en la Habana.

Sin embargo, aquí estamos 40 años después y la pregunta aún se debate, con respuestas que varían de lo absurdo a lo posible, sin ninguna certeza todavía a la vista. Lo que es cierto, no obstante, es que Castro ha durado más que cualquier gobernante de América Latina en la historia. Ningún dictador, virrey o presidente vitalicio ha permanecido por tanto tiempo. Ni Batista. Ni Duvalier. Ni Trujilio. Ni Stroessner. No por cierto Pinochet.  Ni siquiera el mexicano Porfirio Díaz.

El máximo líder ha permanecido en su cargo por más tiempo que ninguna otra cabeza de estado en ningún país, a no ser que uno cuente a la Reina Isabel 2ª,  concepto que sin duda la familia Windsor rechazaría con indignación. Sin embargo, Castro a los 72 años,  está reduciendo visiblemente el ritmo, pero pese a los boletines diarios de la fábrica de rumores de Miami, él permanece en un visible estado de buena salud.

Por todo el Tiempo que él Quiera

 Después de todos éstos años poca duda existe que Castro puede permanecer en el poder por todo el tiempo que él quiera o que sea físicamente capaz. Él y su régimen pueden enfrentar el descontento popular porque no existe una capacidad de insurrección. Entre tanto, el aparato de seguridad permanece intacto y, a pesar de unos pocos años malos que siguieron al colapso de la Unión Soviética la moral es alta. A los disidentes como siempre,  no se les da oportunidad alguna de manifestarse.

Podemos estar seguros, de la inmutabilidad de las tablas actuariales y ellas sugieren que Castro no es después de todo inmortal, sino simplemente como su longevo padre (Ángel Castro murió a los 81 años). A diferencia de papá el hijo tiene acceso a una atención médica de calidad internacional. Eso sólo, podría darle por lo menos una década más de vida para vender su fantasía socialista.

Pero aún a los 82 años y con 50 años de gobernante podría durar un poco más (aunque le sería difícil competir con el reinado de 66 años de Ramsés II).  Castro mismo habla poco de retirarse o siquiera de morirse. Si Kim Il Sung pudo pasarle la antorcha a su hijo Kim Jong Il, Fidel Castro hace tiempo decidió que su hermano Raúl, 5 años más joven podría asumir el mando después de su deceso.

Raúl Castro estaría en buenas condiciones políticas para llevar adelante los deseos de su hermano. Ha comandado a las fuerzas armadas desde el comienzo y por lo menos por durante una década, ha poblado a los otros servicios de seguridad con sus propios hombres.

Ninguno en el Partido Comunista estaría en situación de desafiarlo. El futuro inmediato de Cuba después de Castro es probable que sea la continuidad con otro Castro a cargo, al menos por un tiempo.

Pero Raúl tiene problemas. Si su hermano muriera en sus 80 el menor de los Castro estaría finalizando sus 70. Lo cual promete una regencia bastante corta. Por añadidura la salud de Raúl ha sido siempre más dudosa que la de su hermano. Entre otras cosas él tuvo en un tiempo una bien ganada fama de ser un incontrolado bebedor.

Los analistas han dudado también si Raúl podría sobrevivir a Fidel dejando la sucesión en cierta duda. Aún si Raúl se las arreglara para sobrevivir  a su hermano, habrían otros problemas. Raúl Castro puede, por ejemplo, conservar la lealtad de los oficiales militares de Cuba, pero el obviamente carece del carisma e inteligencia general de su hermano.

 

La Pregunta

Y tenemos ahora La Pregunta, a saber, ¿Es el General R. Castro un liberal encubierto? Algunos han sugerido que lo es, pero la respuesta es “no exactamente”. Es cierto y hay evidencias, que durante la crisis económica posterior a la retirada de los soviéticos, Raúl urgió a su  recalcitrante hermano para que aflojara la asfixiante economía  de Cuba por una sola razón: la supervivencia del régimen.

Los oficiales del ejército con reducidos salarios y sin misión definida se estaban poniendo inquietos, y muchos analistas creen que Raúl compensa sus otras deficiencias permaneciendo en contacto con el mundo real mucho mejor que Fidel. Pero una vez que pasó el peligro inmediato y el supremo Comandante en Jefe de Cuba aclaró que jamás sería abandonado el socialismo, Raúl expresó, por lo menos en público, su conformidad con ese punto de vista, de manera conspicua y vociferante.

Si Raúl fuera a suceder a su hermano, entonces gracias a su falta de apoyo popular podría liberalizar un poco la economía, pero los controles políticos, incluyendo el monopolio del Partido Comunista  en  el  poder,  permanecería incambiado. En realidad, es muy posible que Raúl incluso reforzara al Partido, que en el pasado ha sido descuidado por Fidel, que siempre ha sido desconfiado de toda cosa que pudiera diluir o limitar su autoridad personal.

¿Pero que ocurriría con Cuba sin ninguno de los hermanos Castro?. Primero, eliminemos una posibilidad. No existe posibilidad alguna que Fidel pudiera hacer como Kim Il Sung. El hijo reconocido de Castro, Fidelito, fue despedido sin ceremonias del único trabajo que desempeñó –director del Instituto de Energía Atómica del País– por grave incompetencia. Pero si la familia Castro pasa a la historia, ¿qué ocurriría después? Un escenario hipotético –y no muy dramático– es que el politburó del PCC reunieran a la vieja guardia para elegir un nuevo líder y que esa elección fuera debidamente confirmada por la Asamblea Nacional del Poder Popular, que es la legislatura Potemkim de Cuba. Pero la vieja guardia podría tener dificultades en controlar el país por sí misma. Los restantes miembros de la cohorte de Castro no sólo son viejos sino que están carentes de ideas y la mayoría son francamente incompetentes.

El poder real volvería, y con mucha rapidez a una generación más joven de funcionarios tales como Ricardo Alarcón, el brillante presidente de la Asamblea Nacional o Carlos Lage, el niño prodigio de la economía.  Mientras permanecerían leales a la memoria de Castro a la vez se sentirían libres para reinterpretar el significado del socialismo para el próximo milenio.

Uno puede casi anticipar ya los slogans. «Un nuevo socialismo para un nuevo siglo», estaría bien para empezar. ¿De esta manera, qué aspecto presentaría Cuba?. La siguiente generación por cierto que conservaría lo que pudiera del estado benefactor desde la cuna a la tumba. La mayoría de ellos sabe, sin embargo que Cuba necesita generar riqueza para cuidar de una población añosa. Eso significa que los esfuerzos para atraer la inversión extranjera serán incrementados, requiriéndose una mayor liberalización de las leyes de propiedad.

En el frente doméstico, las reformas de mercado bien pueden incluir rebajas impositivas y menos regulación para los pequeños negocios. No está claro hasta donde podría llegar este nuevo grupo. Casi seguramente que intentaría retener el poder mediante el partido, aunque la presión sobre los disidentes podría ser aflojada en algo. Pero por cuanto tiempo el partido de cualquier generación puedan mantener un monopolio de poder, sigue siendo una pregunta pendiente.

¿Durante Cuánto Tiempo en el Poder?

             Otra posibilidad visualiza a Cuba evolucionando con mucha mayor rapidez que la que se ha anticipado con frecuencia. Ya actualmente hay en la isla una difundida sensación en realidad un deseo profundo, de que se produzcan cambios después de tantos años de estancamiento, represión y aburrimiento, desgraciadamente, estos fuertes sentimientos no están canalizados en ninguna dirección política que no sea un deseo de escapar.

Aún, como sabemos por la experiencia en Europa Oriental, grupos opositores aparentemente insignificantes pueden rápidamente brotar a la vida con solo una bocanada del oxígeno político. Lo efectivos que pudieran llegar a ser es impredecible, de manera inherente. Aquí la Iglesia Católico Romana podría desempeñar un papel muy importante.  Después que Castro abandone la escena, es probable que la iglesia, la única otra fuente de autoridad moral y legitimidad pudiera desempeñar un papel protagónico en alentar el crecimiento de una política civil sin siquiera apoyar a ninguna facción. Con esa clase de tutela, las elecciones libres podrían realizarse comenzando con la Asamblea Nacional, para la cual ya está en vigencia un procedimiento de votación.

Todo lo que se necesita, como ocurrió con el Sejm polaco en 1989 es que el PCC abandone su dominio absoluto del poder. Como lo hicieron en Polonia y Bulgaria, líderes más jóvenes podrían incluso cambiar el nombre del partido y su programa -en realidad convertirse en un partido democrático social y posteriormente pasar al olvido (Bulgaria) o hacerse irreconocibles a los partidarios remanentes del antiguo régimen (Polonia).

 

¿Puede la Transición ser Pacífica?

 

Una evolución pacífica tal es posible, pero contrapuesta a la trágica historia política de Cuba, parece muy improbable. Un factor crucial serán los EE.UU.. ¡Ay! Aquí puede estar la línea de fractura real que corre oculta y por debajo de cualquier escenario optimista.

Mientras la Iglesia Católica pudiera ser un personaje positivo, los EE.UU. jamás pueden ser el árbitro del destino de Cuba. Washington lo intentó en el pasado y fracasó miserablemente. El gobierno de los EE.UU. puede hacer relativamente poco sin volver a su viejo papel proconsular[1], que hizo mucho para afianzar la fortaleza de Castro en el poder en primer término.

Desgraciadamente en el presente hay pocos signos de que hayamos aprendido de nuestros pasados errores. Hace 3 años el Congreso aprobó y el Presidente Clinton firmó la ley Helms-Burton. Se prestó la máxima atención a las secciones que sancionaban a los inversores extranjeros que se beneficiaran con la venta de propiedades de los EE.UU. confiscadas al comienzo, en los días jacobinos de la revolución. Aunque éstas disposiciones hayan puesto nudos a nuestras relaciones con Canadá y Europa su impacto no se ha sentido plenamente porque Clinton optó por no forzar su cumplimiento.

Mucho peor aún es el título II de la ley Helms-Burton, que establece detalladas exigencias a los gobiernos cubanos post-Castro, para disfrutar de relaciones normales con los EE.UU.. Lamentablemente, las consecuencias de tales exigencias son predeciblemente malas. Nunca hemos tenido éxito en la administración de los detalles de un régimen futuro, desde la derrota de Alemania y Japón en 1945.

Pero Cuba no será una nación conquistada después que los Castro se vayan. Más bien estará luchando para sobrevivir y superar el legado de décadas de desgobierno marxista. La historia política de Cuba desde la independencia de España ha presentado a un Washington bien intencionado pero con frecuencia entrometido, diciéndole a la Habana como debería manejar sus asuntos. El resentimiento respecto a ese papel  tutelar no deseado ayudó a encender los ánimos que llevaron a la insurrección de Castro. Si intentamos otra vez ese enfoque, bien podría ocurrir que los EE.UU. envenenaran la política cubana por otra generación, lo que a la vez podría presentar el mas tétrico de todos los escenarios hipotéticos post-Castro.

Hay una posibilidad diferente después de todo, que la transición a partir del castrismo no sea un asunto pacífico. Cuba nunca a tenido una transición así en el pasado. La violencia marcó el ascenso al poder de las eras de Machado y de Batista, así como el control de España sobre Cuba. Cualquier insurrección  posterior a la desaparición de Castro solo podría resultar agravada si grupos de exiliados se unieran a la lucha sin ningún impedimento por parte las autoridades de los EE.UU.. No hay duda alguna que los militares cubanos entrarían en cualquier lucha cuyo objetivo fuera oponerse a una intervención que consideren extranjera. Y una vez que la sangre comience a correr las fuerzas políticas en este país podrían empujar y muy probablemente lo hicieran, a Washington a una torpe intervención, reduciendo aún más las posibilidades de Cuba de obtener una independencia genuina y la estabilidad política, sin mencionar  a  la democracia.

Esto indica que la desaparición de Fidel Castro no será necesariamente sinónimo de mejores días para Cuba. Eso requerirá una buena medida de paciencia y contención de ambos lados de los Estrechos de la Florida, cualidades rara vez evidenciadas en el pasado. Aún hay tiempo de aprender de los pasados errores y con el fin de la Guerra Fría una política ampliamente liberal podría permitir a los cubanos resolver por sí mismos sus problemas.

Con cualquier clase de estabilidad democrática, la economía podría comenzar su despegue con las inversiones a EE.UU. y otras inversiones extranjeras vertiéndose sobre la isla. Los cubanos claramente que no han perdido su habilidad para hacer dinero –cientos de miles de ellos lo están haciendo ahora bajo condiciones que ahogarían el entusiasmo a la mayoría de los empresarios. Quizá sea esta la mejor esperanza. Bien podría ser la única.

         Traducido de la edición The Worl and I, junio 1999.    



[1] El procónsul era,  en la antigua Roma, un funcionario que ejercía la autoridad sobre una Provincia o un ejército.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 10

Trending Articles